La vigencia que no vemos

alejandra_7Quería escribir una nota sobre los mayores, y lo que significa para ellos vivir la disminución de sus capacidades. Ciertamente, no es un tema de gran interés para todos, pues los aludidos pertenecen a una generación de olvidados que casi no tiene participación en el teje y maneje de nuestra sociedad. En breves palabras, es un tema carente de popularidad. Además casi todos nosotros, incluso ellos mismos, muy en el fondo creemos en la errónea idea de que ya tuvieron su época dorada, o vivieron sus vidas, y sus intereses dejaron de tener vigencia. Sin embargo, nos equivocamos. Quizás la mayoría ya vivió la parte más potente de su existencia, pero eso no significa que a los mayorcitos no les corra sangre por las venas. Tal vez, por arterias no tan despejadas como antes, pero ahí está circulando y esperando enfrentar la vida de otra manera. Sin duda una más difícil, pero no sé si eso importa cuando ya eres un veterano experimentado. También debemos tener en cuenta que estadísticamente la población de Chile está envejeciendo, y esa gran separación con el resto, ya no es tan profunda ¿Debo explicarme mejor? Quiero decir que… para allá vamos… Esto me hace repensar su situación de marginados de la sociedad y entender lo equivocados que estamos al excluir del funcionamiento de la ciudad a un segmento tan importante de población.

Sin duda, debe ser muy duro llegar a mayor y ver que tu experiencia y sabiduría acumuladas durante tanto tiempo, lo que construiste e hiciste funcionar a fuerza de errores y tenacidad, ahora es irrelevante, y lo único que se rescata de ti son las ridículas dificultades que aparecen al relacionarte con tu entorno. Problemas que se magnifican al utilizar solamente tu lado más frágil. Esos achaques que te vuelven lento y entorpecen los actos más sencillos, como salir de casa y toparte con veredas en mal estado, hoyos que hacen tambalear los bastones, raíces de árboles que levantan las aceras. En fin… pruebas difíciles de superar si tienes mala visión y un equilibrio precario. Detalles que siempre fueron invisibles y que ahora determinan el curso de tus días. Circunstancias apenas adversas pero suficientes para hacerte sufrir una caída, y tener que tolerar que a alguien se le ocurra decir que ya estás demasiado viejo para salir a la calle, cuando en realidad es la calle construida para la comodidad de los seres humanos la que necesita renovarse.

Mientras tanto el resto nos llenamos la boca con la palabra inclusión y discriminamos a la gente mayor justamente por sus discapacidades, al ofrecerles un entorno inaccesible que los silencia e inmoviliza, frenando las ambiciones participativas de las almas aún más decididas. Extrañamente, pretendemos incluir al prójimo sin invertir en urbanizar la ciudad para facilitar a las personas con limitaciones un desplazamiento expedito y autónomo, sin otorgarles pensiones dignas que les permitan desenvolverse, sin tolerar, respetar, compartir ni escuchar… y ojalá sin tener que verlos ya que el esfuerzo ajeno suele incomodar… ¿acaso eso queremos?… porque a todas luces, lo parece.

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